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Baldemar, constructor de artificios

Muestra retrospectiva de Rubén Baldemar, en el Museo Castagnino, Rosario. Inauguración 4 de abril. Cierre 31 de mayo de 2009.

Xil Buffone | Artista plástica
17-may-2009

¿Usted persigue la belleza o su representación?(1)

Rubén Baldemar. Judith y Holofernes (1992). Foto: Hugo Goñi
Rubén Baldemar (Rosario, 1958-2005) a la manera del fantasmal Sr. Europa -el anfitrión del film El Arca Rusa(1)- nos guía en una travesía por su fabulosa galería personal: donde los íconos medievales, las madonnas del renacimiento, el atestado barroco, la dorada secesión, el cine del expresionismo alemán, los van goghs, duchamps, madís, pops, la literatura, el psicoanálisis, la filosofía, los mitos, la muerte, el amor y la alquimia... desfilan en veinte años de producción, aspirando a la máxima levedad en diseño (té, óvalo y zen).

Basta de decir que Baldemar es barroco y mucho menos un simulador.
Su obra abreva, vampiriza y se alquimiza en el arte universal, desde Rosario se lo apropia en el sentido más posmoderno y más caníbal del término.
Y en esa operación transversal, el cosmopolita Baldemar -como el mejor Borges- pone al lenguaje en su condición de ficción humana: es útil, pero siempre es un artificio, un intento de atrapar la imagen que lo espeje. El arte es un laberinto donde los hombres se extravían, como narciso, buscando la propia belleza.


Judith, la de Baldemar

Abre el recorrido su autorretrato warholiano.
Rubén Baldemar. Sin título. Autorretrato acrílico sobre tela. (circa 2000)
Cuatro baldemares en colores planos y estridentes, (obra de la serie de autorretratos con la cual elaboró su tesis de licenciado en Pintura en la UNR sobre "el autorretrato"). También hizo un busto romano de sí, además de pintarse como Judith, la asesina de Klimt, que sostiene sonriente y enigmática la cabeza de Holofernes, oculta tras un Jaspers Jhones de números auriazules, desocultada por un enorme cierre relámpago dorado momentáneamente entreabierto.

Luego el nombre "Judith y Holofernes" contagió su aura a todas las obras de la primera exposición individual de 1992 en el mismo Museo Castagnino y al resto de la producción... cada tanto aparecería un nuevo Holofernes u otra Judith reencarnada en la María de Metrópolis ardiendo como bruja o en Salomé.

El collage es el recurso por excelencia y la subversión del sentido el otro. Para eso investiga técnicas y materiales: pinta como renacentista, como barroco, pinta como cine expresionista alemán; citar para emboscar, para hacerles decir otra cosa. Es decir, agregarle a la menina de Velásquez bisagras en el vestido, ponerla en un ángulo, con un revólver pegado al atípico tríptico. Asimismo la maja de Goya, la desnuda, es articulada, plegada en tres (le falta la camilla original con ruedas). Igual sistema para el Narciso de Caravaggio: dos bastidores semicirculares recrean al joven enamorado en la pared y en el piso a su fatal reflejo.
Rubén Baldemar. Judith y Holofernes (1992)
Ambas obras se titulan "Judith y Holofernes" (1991-1992).
Baldemar el esgrimista, atenta al fetiche original, al sentido común, a la bidimensión y al rectángulo.
Hay instalaciones pictóricas de soportes irregulares, como los tres barriletes de putinis: "Tríptico de las cometas ligeramente barrocas" (1991), o "Anunciación DC" (de 1987) bíptico que actualmente ha sido pintado en la fachada de un edificio en San Luis y Barón de Mauá, en el centro de Rosario.

Rubén Baldemar. Mural en Rosario (2008). La Anunciación DC (1987)
Potentemente, comenzó con un pop apocalíptico en los ochenta, (la estatua de la libertad, la mujer surtidor) y con ciertas figuras escultóricas grotescas y policromadas como el busto del "Sr. Oroño", "El Cónsul de la Martinica" (1987), el bizco "Baco o la triste milonga" (1988) y el ausente "Súper Pollo" con casco medieval. Baldemar reproduce en yeso o cartapesta los mármoles, las uvas y los personajes. Recrea con el mismo arte los marcos dorados y las bases de las obras que las obras. Son "pintura sobre soportes de diseños muy especiales" (de madera, tela o cartón). El espectador se ríe, conmueve sentimientos humanos.
Pasando por los fotogramas acromáticos de Metrópolis de Fritz Lang(2), la fotografía en blanco y negro, los mingitorios de Mutt, vía Madí, dibujando, va arribando a una síntesis orgánica exquisita. Hasta su elevación.


Ovalo santo

Rubén Baldemar. Escudo Nº 1995 (2004) 60 x 101 cm
En el 2004 realiza la última muestra ("Heráldica") donde tropicaliza los íconos patrios.
Desde el óvalo inicial, (el bastidor que Rubén encontró tirado y le inspiró un escudo) los óvalos se multiplicaron en escudos argentinos que contenían palmas en vez de laureles, cocas colas sosteniendo gorros frigios, escudos zulúes de cucarachas. En "Escudo nº 1989" o "Escudo nº 1995" opera la idéntica ironía con la que concibió al Sr. Oroño veinte años antes. Somos un país bananero.

Rubén Baldemar. Escudo Nº 1989 (2004) 60 x 101 cm
Gráficamente su última etapa -del 2004/2005- contiene el gesto de espiritualización más alto, logra la forma desnuda y la presenta en su sintética belleza natural, la plana. Esta japonización se percibe en la paleta y en los bastidores alargados de ángulos redondeados como los cuatro bambúes, los "Vasos con girasoles" de semillas y flores (un Japón vía Van Gogh) todos esos objetos reales habitaban su casa, reencauzaban lo sereno.
Ascender la imagen restituyéndole una clara dimensión contemplativa.
Transmutar los frutos en sincretismo silencioso: refulge en el óvalo vertical el Sagrado Corazón de la Sandía, o el San Sebastián de Ananá, con las flechas clavadas en la piña sangrante.

Una bandeja oval de plata, contiene presumiblemente la cabeza de San Juan el Bautista, si es que esos fideos que asoman no son fideos sino rizos...
- ¿por qué tenías que pedir su cabeza para la cena?

El banquete de 47 obras de Rubén Baldemar al fin, está servido.


Finalmente

Rubén Baldemar. (circa 2000)
En el Museo Castagnino de Rosario, en la mitad de la planta alta y hasta fin de mayo del 2009, se despliega la primera retrospectiva de Rubén Baldemar, con obras de la colección del propio artista, vistos entre mediados de los ochenta hasta su muerte en el 2005 en Rosario.
Un recorrido deslumbrante, aunque necesariamente incompleto. Se centra en las pinturas y objetos; no están representados los dibujos, las fotos, los collages de etiquetas, los papeles artesanales, los objetos y muebles de cartón, las gárgolas de patas de muebles, etc.
Las curadoras: Norma Rojas y Carolina Landoni, realizaron un meticuloso trabajo de investigación y puesta; Mario Godoy colaboró con Norma Rojas en la restauración de las piezas. Gracias por su afectuoso trabajo y por las imágenes enviadas.
Un homenaje esperado.
Por falta de presupuesto queda pendiente un libro-catálogo.
Y queda pendiente también dar a conocer a nivel nacional la producción de Rubén Baldemar (3); es que Rosario tuvo otras prioridades estéticas y políticas en los últimos diez años. Un país bananero.

Al amigo Baldemar
Xil Buffone
Buenos Aires, mayo 2009
RosariARTE Contenidos. Fin de la nota.




Referencias:
  1. "¿Están interesados en la belleza o en su representación?", Sr Europa / "Russian Ark", Alexandre Sokurov, 2002.
  2. Instalación "Suite de la Secesión", Centro Cultural B. Rivadavia, Rosario 1994.
  3. Exposiciones individuales de Rubén Baldemar:
    • 2009 - Baldemar, constructor de artificios, Museo Municipal Castagnino-Macro, Rosario
    • 2004 - Heráldica, Galería Pasaje Pam, Rosario.
    • 1994 - Suite de la Secesión, Centro Cultural Bernardino Rivadavia, Rosario
    • 1992 - Judith y Holofernes, Museo Municipal de Bellas Artes "Juan B. Castagnino", Rosario.
    • 1991 - Papeles Protagónicos, (en colaboración con Susana Meden) Museo Municipal de Arte Decorativo "Firma y Odilo Estevez", Rosario
    • 1987 - Galería Rivoire, Rosario.




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