LA CAJA y LAS CRUCES
La caja y un Réquiem (6)
Caja cuyo único detalle exterior es un orificio ovalado. Ámbito cerrado
para ver, misterio y secreto que provoca el interrogante de lo que oculta.
Exploración de un horizonte cercano y oscuro. En una rápida acción, se pone
en funcionamiento un dispositivo: orificio, luz y sonido -un
réquiem
como rúbrica musical y una visión de nuestra propia imagen que un espejo
devuelve, con el aditamento de manos cruzadas pálidas e inertes,
amortajadas y adornadas profusamente-, perfecta imagen para ese tiempo
final.
Ámbito cerrado cuya abertura es la muerte y al cual solamente debemos asomarnos
para vernos, lo que no veremos. Exaltación del símbolo: la muerte.
Caja de Pandora que encierra en lo temible, la esperanza que se puede escapar.
Cruces, alambres y Trapos
En la lejanía, en el pasto verde que bordea la parte convexa del lago,
están las siluetas blancas, repetidas rítmicamente, las que se desplazan y
multiplican. Son "cruces", la madera como estructura, el alambre que sujeta
y también el trapo que envuelve, son la iconología de la vida y la muerte.
Muerte que remite a Cristo desde su cruz de madera diciéndonos "perdónalos
porque no saben lo que hacen"; multiplicados en cada uno de nosotros y en
aquella promesa de palabras repetidas: la "vida eterna".
El
alambre que sujeta, limita, encarcela; El
trapo que
arropa, abriga y cubre la vida y la muerte. Las cruces son 48, número que
en las libres asociaciones y en los sueños es interpretado para los juegos
del azar, como
la muerte que nos habla.
Gabriela Gabelich, explica sobre la muerte de las grandes (o
pequeñas) utopías, muerte destrozada ya desde el comienzo de nuestra
"civilización"; La colonización como la primera muerte de nuestra cultura.
Su autora agrega: cada una de las cruces simboliza las pequeñas muertes a
que es sometida nuestra cultura, nuestros proyectos, nuestros anhelos.
Tierras lejanas, césped, agua y cruces, simbología de una argentina
reciente, que duele: "Los niños de la guerra", "Las Malvinas".