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República de Cromagnon, cultura y posthistoria

Una mirada sobre la tragedia de República de Cromagnon, en el barrio Once de la ciudad de Buenos Aires, durante la presentación del grupo "Los Callejeros".

Susana Pérez Tort | Crítica de Arte
04-ene-2005

Una vez más las ficcionales escenas (de la vida posmoderna) de Beatriz Sarlo1 dejan de serlo y devienen hecho real. J. F. Lyotard, en su "La Condición Posmoderna"6 describe al tiempo que transitamos como "el fin de los grandes relatos" ¿Qué relatos? Pues los "principios", las "normas", los valores, las leyes universales que rigieron el pensamiento y las conductas de la Modernidad. Pero ya no somos más modernos, ahora somos posmodernos.

Posmoderna fue la ligereza con la que jóvenes y familias acudieron al concierto de Callejeros en el local del Once porteño a celebrar un encuentro en un local cerrado, con luces de bengala. Posmoderno es acudir a ese tipo de fiestas con niños (el aparente "culpable directo" de la tragedia fue un niño de cinco años sentado a horcajadas de un adulto), como posmoderno es el fenómeno de las madres niñas que acudieron con sus bebes al local en el que se improvisó un baño como guardería, (no la irreponsabilidad empresaria de habilitarlo) Es también posmoderna la reacción de los familiares de las víctimas (aprovechada como era previsible por los grupos políticos de turno, que inmediatamente pensaron a quién podía ser funcional esta tragedia) trasladando su responsabilidad de padres o individuos al Estado, como es también de la hora la exposición pública del dolor privado, como pudimos asistir también en el caso Blumberg. Esa delgada línea que separa lo privado de lo público - que explota con creces el periodismo televisivo de la tarde - es algo tan característico de nuestro tiempo, como son las manifestaciones callejeras con un toque de circo y de show mediático.

La tragedia que nos enluta no es posmoderna, lo es el hecho de que aquéllo haya ocurrido a familias y a niños y también lo es la reacción que han tenido transfiriendo su dolor a la esfera pública del gobierno. Claro, es más fácil ver el rostro (estirado) de la vida posmoderna en otros efectos, como el idolatrar la juventud que quiere prolongarse para siempre. Es más fácil ver los efectos de la cultura posmoderna en esa mujer, con tanto humor y tan bien descrita por Maitena Burndarena, que sufre el castigo bíblico "parirás con dolor", pero también el castigo posmoderno de ser linda, flaca y lucir como sus hijas. En cada una de sus viñetas Maitena, como lo hace Sarlo desde el discurso académico, la humorista editorializa las escenas de la hora. Idolatramos la juventud ¿Qué límites puede poner un padre si no tiene ante sí mismo la menor autoridad, y él mismo está caduco, porque así lo dice el imaginario colectivo que consumimos día a día? Dimos la autoridad al joven y el joven, por supuesto, está más perdido queél.

Cro-magnon, localidad en la Dordoña francesa donde se encontraron los restos de lo que fue el Homo Sapiens que vivió hace 20.000 años. Así era aquel hombre de Cro-magnon, como estas e escenas de la vida posmoderna vividas luego de la masacre de Cromagnon, debida seguramente a la delincuencia empresarial ya la convergencia de causas no naturales.

Transitamos la "era del vacío"2, pero este vacío de hoy no es igual a la "angustia existencial" del existencialismo ("caducos" ya Jean Paul Sartre y sus cuarentas) Hoy sentimos la misma angustia, la misma nausea, el mismo vacío, pero no es porque debamos ejercer sin condiciones ni reglas ajenas nuestra libertad, sino para decirnos: "Sí esto es vacío, ¿Y qué?". El vacío existencial sartreano nos obligaba a ejercer madura y conscientemente la libertad, sostenía el existencialista francés que "estamos condenados a ser libres"3 y ser libre es elegir. Hoy no se elige ni se asume responsabilidad alguna, seguimos la manada, vamos donde va la masa y hacemos lo que hace el otro, lo que dicen los medios, lo que dicta el jefe de la tribu. El lifting nos deja igualitas que el modelo que nos impone el otro, el grupo, el medio, la sociedad. Pero si todos van, si todos lo hacen...

Giro epocal. Como fue un giro epocal el ingreso a la Sociedad Industrial (mediados del siglo XIX y acceso al modernismo); como fue el ingreso a la Edad Media (caída de Roma, siglo IV), como fue el ingreso a la Modernidad (siglo XV, Renacimiento). Woodstock , rock, el culto que llena los vacíos.

Cuando protagonizábamos aquel legendario Woodstock no éramos conscientes de que instaurábamos una era. Arthur Danto4 sostiene que Petrarca no sabía que introducía el Renacimiento o Manet o Picasso, tampoco eran conscientes de que introducían lo que llamaríamos modernismo o arte moderno.

Giro epocal. Es aquel el mismo giro que hace incomprensible el arte contemporáneo - posthistórico al decir del mismo Danto - el que nos hace decir ¿esto es arte? ante las obras que ya no se parecen ni a la pintura ni al arte.

Turbulencias culturales. Sí, además de la tragedia que nos enluta a todos, hay una visible turbulencia cultural que devela usos y costumbres, posmodernas. Posmodernas las madres niñas, posmoderno el que una familia concurra a escuchar a una banda a un lugar cerrado. Posmoderno el que vayan mujeres embarazadas, posmoderna el quedarse tranquilos porque los niños están con nosotros en medio de mismo ruido, posmoderna la necesidad de expresar con luces de bengala el sentimiento, el aplauso o el coro ya no alcanzan. Más allá de los actos delictivos que competen a los responsables de la seguridad, la cultura debe interrogarse por los actos de cultura que impone, sin que seamos conscientes poco a poco, cada nuevo giro o tradición.

Vacío que nos deja la existencia. También llena los vacíos la militancia de la fe (no la fe en sí), católica e inquisidora (recordemos el escándalo en torno de la muestra retrospectiva de León Ferrari, que paradójicamente vuelve a abrir sus puertas en medio de estas nuevas turbulencias culturales), fanatismo evangélico o fundamentalismo islámico. Nada es casual ni es ajeno, son eslabones de una cadena de emergentes, síntomas que acusa una sociedad que protagoniza un giro epocal del que aún no vemos más que la punta de aquel iceberg que está bajo la superficie. Hubo otros giros, en su momento tan resistidos y sonoros como el de hoy. Claro entonces no había medios que los registraran.

No es casual que la tragedia de la República de Cromagnon se viviera en un local que se llame como se llamaba. La sociedad regresa a Cro-magnon y a interrogarse sobre el Homo Sapiens y su destino final. Brujo, tribu, masa, culto irracional. "Fin de la Historia"5, "Fin de los relatos"6, "El hombre light"7, "Instantáneas"8, de la tribu que somos hoy, como en los albores de la humanidad que fuimos. Y el hombre estaba en la prehistoria perdido en un mundo que no conocía y que le era hostil. Posmodernidad o posthistoria, tiempos de medios y de comunicación y tecnologías llevadas al paroxismo, un mundo que ha vuelto a sernos tan hostil como desconocido. Ya no asimos la realidad en nuestras manos como en el mundo de los modernos y buscamos atajos, traicioneros, fatales.

Los familiares de los muertos de la tragedia del barrio del Once no se hacen responsables de su libertad, Jean Paul Sartre hoy sería un filósofo caduco, y la posmodernidad es sólo la parodia de aquella libertad. Es la tribu, es la manada, es la conducta de masas, la regresión a lo grupal, al culto y hacer lo que hace el vecino.

Adoramos la juventud por la juventud misma y en esta era, liviana, el padre pierde toda autoridad ante los hijos, porque es éste el imperio de lo joven. El padre que hoy tiene "autoridad" es el que piensa y hace como hace como el hijo.

La historia es la historia de su opuesto. El anciano era el sabio, el Senado un congreso de hombres que habían alcanzado la madurez, cuando hoy el término nos remite sólo a senil y senil a decadencia. El arte como modelo: Buda se representa con tres arrugas en el cuello, sinónimo de los años que tardó en alcanzar la sabiduría que sólo llega con el tiempo. Buda se representa con orejas alargadas por el paso de los años. El tránsito del tiempo, solía ser sinónimos de saber. Posmodernidad y adultos descartables a los 50. Claro que el bisturí debe borrar las huellas del paso de las horas.

República de Cromagnon. El rock es el rock y tiene ritos, desde Woodstock hasta hoy. Pero ya no se trata de refregarnos en el barro y enlodarnos. Los sesenta son, como también sostiene Arthur Danto el vértice entre la historia y la posthistoria. Termina un relato y empieza otro, o tal vez lo que empieza es la falta de un relato. ¿Y qué hacemos ante el vacío? Regresamos al culto de la tribu. El circo es cada vez es más parte de la vida de los hombres. Nada más circense que las manifestaciones políticas de hoy, aquí y en otras latitudes, porque todo es espectáculo o no es. Nuevos adultos, que culpamos a terceros de lo que en principio es nuestra propia responsabilidad. Escenas de la vida posmoderna. Escenas de una vida en la que no podemos decir "no vas", o "¿Dónde vas?", escenas en las que las madres niñas van también, y con sus niños y familias, a un espectáculo de rock en un espacio cerrado. Historia de una catástrofe anunciada. Escenas de la vida posmoderna.

Esta es la misma posthistoria que produce un arte que muchos no pueden aceptar ni comprender, como no pudieron entender como respuesta a la Revolución Industrial y sus ecos, el modernismo abstracto. El arte cambió de cuño y dirección, porque es una nueva era la que nos ha tocado protagonizar. El espejo del arte siempre refleja en su azogue los giros de la historia, como éste que nos ha tocado vivir. Nuestro tiempo es laxo, laxo, entrópico, desordenado, es caos germinal. Posmodernidad, tiempo en el que todo vale y nada vale a la vez, complejamente plural, para el que no nos sirven los viejos cánones estéticos, y tampoco los éticos. Para los que no sirven seguramente las viejas leyes y menos aún los viejos legisladores.

Tragedias como las de República de Cromagnon deberían hacernos reflexionar, además de reclamar a la ley por el castigo de los hechos criminales que la hicieron posible, ante los tribunales competentes. El hacerlo sonoramente y multitudinariamente, en un estado de derecho y cuando la justicia está actuando debidamente, es una fomra posmoderna de transferir culpas personales en culpas colectivas.

En Cro-magnon, Dodoña, se hallaron los primeros restos del Homo Sapiens. El que es protagonista y constructor de esta civilización. Tal vez sería hora de preguntarnos, como se interrogó Nietzsche y se interrogó Spengler, como lo hacen hoy los pensadores posmodernos ¿Qué hemos hecho con la civilización? RosariARTE Contenidos. Fin de la nota.



  • (1) Beatriz Sarlo, "Escenas de la vida Posmoderna".
  • (2) Gilles Lipovetzky, "La era del vacío".
  • (3) Jean Paul Sartre, "El ser y la nada".
  • (4) Arthur Danto, "Después del fin del arte".
  • (5) Francis Fukuyama, "El fin de la historia".
  • (6) Lyotard, "La condición Posmoderna".
  • (7) Enrique Rojas, "El hombre light".
  • (8) Beatriz Sarlo, "Instantáneas".




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