En la Alianza Francesa se exhibe una muestra de
Rubén Echagüe,
artista rosarino de gran refinamiento intelectual que expone desde 1975 y su
producción desde entonces ha sido prolífica, constante y regular. Es uno
de los pioneros en trabajar
el objeto como forma expresiva sin
desechar otros recursos plásticos. En ésta última propuesta incorpora a sus
ensamblajes:
la imagen fotográfica (en la arena, profundas pisadas
y un niño, que se repite, empaquetado en partituras),
el color
como símbolo (azul para el cielo, lo humano con rojo sangre y el
infinito es obscuro),
para la instalación el espacio creado es
conducente a la comprensión y destinado al pensamiento, excelente
conjunción para una óptica contemporánea, la metáfora y el ingenio poético.
El punto de partida que nos propone Echagüe, para la andanza, es la lectura
de dos citas seleccionadas del Taoísmo, inicial viaje de búsqueda, de
cambio que va más allá de nuestro horizonte. El Tao-te Ching es un libro de
la sabiduría que no asigna un orden de lectura y consta de más de 80
capítulos, en el que se mezclan imágenes y aforismos, de gran fascinación
intelectual por tratarse de un texto que en su estilo poético, encierra un
pensamiento metafísico y una concepción de la vida y la sociedad. Tao, idea
central del pensar chino durante milenios, significa "vía" o "camino".
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Rubén Echagüe. Objetos de su muestra en la Alianza Francesa de Rosario. (Foto: Marita Guimpel) |
En el acto inaugural hay un solo de piano y una
voz blanca que
quiebra melodiosamente el silencio del ambiente, atmósfera ideal y marco
referencial para el inicial viaje: "
Una torre de nueve pisos se levanta
a partir de un puñado de tierra". La altura es de la torre y por
debajo un cuenco dorado como contenedor de un montículo de tierra, dos
tiempos interconectados en forma potencial y etérica; el nueve en su
recurrencia se impone en el conjunto en diferentes maneras, nueve es el
número (contados en meses) para el tiempo de un nacimiento; ahí está el
puñado de tierra para que se produzca el milagro, tierra fértil para que
germine la semilla.
En la segunda cita de Lao Tse: "
Un viaje hacia lo infinito comienza a
nuestro pies" hay un recorrido para este texto que se revela más de
una vez. En la totalidad son nueve los fragmentos, simuladores de
continuidad y en ese recorrido nos permite diferentes abordajes y varios
sentidos de lecturas. Metafórico mundo.
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Rubén Echagüe. Objetos de su muestra en la Alianza Francesa de Rosario. (Foto: Marita Guimpel) |
Entre los otros, hormas de zapatos de pies anónimo (sostén del caminar) en
clara dialéctica con un pedazo de rama (análogo a natural) ambas de la
misma índole, emplazada en una caja cuyo micro espacio es continente;
secuencia para las huellas en la arena y señal del caminante (acertado
trompe l'oeil fotográfico); heráldica descarnada para la pantorrilla que
alguna vez garabateó Da Vinci; busto hierático de niño musical de rostro
clásico con la epidermis oculta y arropada en partituras (icono frecuentado
por el autor) y en la reproducción fotográfica del niño, son nueve las
repeticiones marcando el ritmo cabalístico; en una detenida espera, hay una
vara de caña recostada y seguramente olvidada, uno de los testimonios del
peregrino que por ahí pasó. Para el final del viaje - o el inicial - el
plano circular negro símbolo de lo infinito en el que, una usada zapatilla
busca el ascenso en el andar sobre la delineada ruta para la meta,
incertidumbre última,
es el interrogante y que posiblemente Lao Tse
nos tendrá una respuesta. "
Y ahora, si tienes prisa, ya puedes partir, y
regresar cuando quieras".