Los Noventa | |
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Rosario surge espontáneamente a mediados del siglo diecinueve como ciudad
portuaria del litoral, exportadora de granos, que siente la gran vocación
de ser la segunda de la Argentina. En los noventa su población ronda
el millón, cuya cuarta parte vive en la marginalidad social,
hacinada en asentamientos irregulares, los cuales bordean al tejido urbano
y se extienden como una mancha detestable. Los recurrentes desaciertos de
la política económica y su derivación: la falta de trabajo, serán causa de
una búsqueda de "otros horizontes"; un gran número de familias de
provincias vecinas se radican en Rosario, como también muchas de países
limítrofes, las cuales pasan a ocupar viviendas muy precarias e insalubres,
autogestionadas en su mayoría con materiales que desecha la ciudad; son las
villas miseria.
A fines de los ochenta el panorama político presenta un horizonte sombrío:
la cesación voluntaria del gobierno de Alfonsín, luego de la caída de la
moneda (el "austral") que acarrea una hiperinflación vertiginosa y trae
como consecuencia un elevado índice de pobreza. Entrando en los noventa
(que los identificará) será el inicio de la euforia de la
"Argentinaprimermundo", del 1 a 1 con el dólar, ... de la decada Menemista.
Modelo impuesto por los países centrales y hegemónicos: sociedad
competitiva de desigualdades sociales, economía de mercado y globalización.
La privatización de empresas del estado y la invasión de productos
importados, lo que concluye con el quiebre de la industria nacional y trae
aparejado el crecimiento devastador de la exclusión social y el deambular
en búsqueda de trabajo de miles de obreros.
En el contexto global es un momento donde los conflictos sociales y los
discursos políticos quedan sin argumentos, por el debilitamiento de las
grandes ideologías, resultando en una menor cuota de rebeldía y de
enfrentamiento.
El comienzo de los '90 vive con intensidad y pasión la "necesidad de lo nuevo", aunque esta novedad no sea siempre belleza, y las
ideas no sean precisamente renovadoras. En arte el postmodernismo
como brazo intelectual del neoliberalismo, parece una crítica a supuestos
dogmatismos, aunque no hace sino legitimar el gatopardismo , es
decir: que algo cambie para que todo siga igual.
Jamenson afirma:
"ya no son válidas las separaciones entre cultura superior o popular" (1998: 16).
"El rasgo más importante es el pastiche"
(1998:18). "La innovación estilística ya no es posible: ya se ha inventado, todo lo que queda es imitar estilos muertos" (1998: 22).
A manera de reflexión, recordar aquellas palabras, hoy vigentes, que
esconden un mapa de acciones humanas y genuinamente argentinas: Cambalache,
Siglo XX, Discepolo.