Rescatar la bienal -como acontecimiento histórico, pero también en sus
experiencias artísticas, como provocadora de cambios y testimonio un tiempo
cultural- es el objetivo de esta investigación. A tal fin se seleccionaron
obras que respondían a las búsquedas de:
singularidad,
experimentación y
riesgo.
Hechos artísticos que provocan "sentimientos", "emociones" y el tan buscado
efecto de extrañamiento en los espectadores de la bienal;
propuestas renovadoras que bordean los límites divisorios de las
disciplinas, marcando un incipiente cambio artístico de la plástica
rosarina, umbral del noventa.
Es posible observar que pese a esta amplia convocatoria, no se podía pensar
en la probabilidad de un
quiebre entre disciplinas, y se mantuvo el
criterio de las divisiones por categorías; es luego, en el '95, cuando se
realiza por primera vez a nivel nacional un salón "Arte sin disciplina"
(coordinada por Fernando Farina) en el Museo Castagnino. Otro hecho
novedoso para ese momento, es que para las "propuestas especiales" se
hacen las presentaciones con el fin de seleccionar a través de
proyectos
y que el Jurado de Preselección se niega a hacerlo sin el contacto directo
con la obra; en tanto que en la actualidad, en el museo local se aplica
esta modalidad para la admisión en
los salones.
Las instalaciones del Patio de la Madera fueron la búsqueda alternativa
por fuera de los espacios institucionales legitimados en ese momento,
permitiendo expresiones artísticas que bordean los límites divisorios entre
disciplinas, como así también propuestas de arte experimental, con la
participación de alumnos de Bellas Artes, con lo cual se genera un ámbito
artístico renovador; allí es posible descubrir, mostrar, indagar e
interrogar. ¿Ámbito liberador del arte, que se rebela ante el canon de lo
hegemónico y lo globalizador?
Haciendo un repaso final al
listado de los 86 participantes, nos
encontramos con algunos nombres que en
los noventa desarrollan
actividades en diferentes campos del arte (como la actual Directora de
Bellas Artes, Anabel Solari), en docencia, en crítica, y otros nombres
reconocidos por su actividad plástica a nivel nacional y también
internacional
Uno puede preguntarse, si serán suficientes conclusiones para entender el
fenómeno de la bienal, fenómeno de multitudinaria concurrencia de público,
fenómeno de variadas presentaciones con la sola voluntad de expresar ese
instante breve, de poner a la vista el acto creativo. No puedo menos que
evocar rostros y voces de asombro, de sorpresa, de rechazo e incluso de
temor.
Evocación que nos lleva al
niño de la calle, acurrucado en su banco
(el de la espera) esperanzando sueños de golosinas y de ese mundo que lo
incluya y lo contenga, mundo previsible para transformarlo en un mundo
posible. La
vieja estación -metáfora de la Argentina-, que en su
amplia anatomía de vías aún tapadas y postergadas, sigue esperando al
viajero, aquel que alguna vez se fue o quizás al que nunca partió... la
siempre recurrente vuelta de tuerca, la de una espiral sin fin.