Francisca Blázquez, autora del
Dimensionalismo, teoría que aplica en
pintura y en todas las disciplinas plásticas en las que interviene, que
significa, viaje a través de las dimensiones y de las formas geométricas
buscando la trascendencia.
De lo geométrico, estructuras formales, realidades paralelas, la incidencia
de la luz, como expresión de la energía, pero también dándole un
significado de espíritu.
Expresa la energía lumínica, considerándola como alusión alegórica
espiritual, que supone la consolidación de la idea de que el espíritu que
nos guía a todos es inmortal; otra cuestión es el alma, que cambia con la
experiencia.
El espíritu siempre se mantiene incólume. De ahí que nos ilustre a través
de sus formas geométricas, partiendo de cálculos arquitectónicos, de
análisis de forma y color, en los secretos de la trascendencia.
Las formas que pinta y sus colores no existen, son ilusión, son producto de
lo que no está pero que vemos y constatamos. Con ello nos informa de que lo
que le interesa es emplear la forma geométrica para alcanzar la
trascendencia, es decir la contemplación del ser, de nuestro espíritu. De
ahí que exhibe sus formas poliexagonales, los cilindros de luz, las
actuaciones lumínicas a través de la forma mediante su implantación en el
espacio. Este es un escenario, que se intuye alegórico, porque hay muchos
mundos pero están en nosotros.
Está claro que su progresión a través del espacio se realiza para demostrar
la incorporeidad, la falta de terrestreidad de la geometría, porque todo es
cambio, nada es estático, nada permanece y que mejor forma que explicarlo
que a partir de la sensación evanescente, de lo que fluctúa, como si
estuviera dentro de una eterna meditación.
La obra que presenta en el marco de la exposición de los ganadores del II
Concurso de Pintura Rápida Plaza de Dalí, celebrado el día 14 de octubre,
en el Museo Casa de la Moneda hasta finales del mes de octubre de este año
en Madrid, está elaborada en acrílico sobre tela, inspirándose en el
conjunto monumental del pintor del Empordà, formado por un imponente dolmen
y la escultura de Isaac Newton de la Plaza. Interviene en calidad de
madrina, de artista invitada, habiendo sido, además, miembro del jurado del
certamen.
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Francisca Blázquez. Newton-Dalí, realidades paralelas. 2006 |
La pintura realizada por la creadora madrileña, artista multidisciplinar,
con más de 35 exposiciones individuales y 300 colectivas en tres
continentes, lleva por título 'Newton-Dalí, realidades paralelas'.
Aborda de forma dimensional tanto el dolmen, expresión espiritual, como la
escultura de Newton, símbolo representante de la ciencia. Dalí colocó a
Newton encima de un pedestal dedicado a Gala. Es decir que para el pintor
ampurdanés la mujer es el centro del universo, el ser que sustenta al
hombre de ciencia.
Exhibe a la mujer dentro de un cubo, de un cuadrado, que tiene, como es
lógico, sus caras iguales, dando estabilidad al progreso, al ser humano, a
la misma ciencia. Porque sin su concurso, que cementa la estructura de la
base de todo lo existente, sin el yin y el yang, positivo y negativo, luz y
materia, hombre y mujer, no existiría nuestro mundo.
El Dolmen es mucho más alto que la escultura de Newton. El Dolmen
representa la espiritualidad, la trascendencia, templo imaginario,
elaborado con solidez probada, de estructura espacial, alcanzando el cielo,
remontándose como la oración, vibración en la que todos somos uno.
El cuadrado en la obra de Francisca Blázquez tiene mucha importancia, es de
grandes proporciones, la G de Gala es dorada, brilla, refulgente,
exhibiendo su esencia y poder. Es el amor, el dardo de la luz que se
desprende del corazón tierno, procedente de una cabeza bien amueblada como
era la de la rusa.
Desde el corazón del amor de los hombres y mujeres al corazón del amor del
universo, a través de la ciencia, que determina y explica, para luego
armonizarse con la espiritualidad, con la energía elevada procedente del
mundo espiritual, que no tiene límites, que está en nosotros y en ti. Todos
somos uno, porque nos encontramos en el mismo magma.
Interpreta la obra, sustentándola en el aire, cual si volara, dejándola
libre, flotando. No vemos los doce radios de la plaza, que en la realidad
del conjunto monumental madrileño, - único en el mundo diseñado exprofeso
por Dalí-, tampoco se encuentran, dado que han sido sustituidos por el
suelo actual. Pero, en el fondo, estos doce radios solares están ahí, sin
estar, en su ausencia, presencia. Se convierten en espacio, en elementos
esotéricos que sustentan la verdadera explicación del misterio de la
energía. Todo es uno y por consiguiente el determinismo deja paso a las
realidades paralelas, a la expresión de la física cuántica, al
Dimensionalismo en pintura en el caso de la autora madrileña. Y como todo
es uno, todo está en el mismo magma, a pesar de sus aparentes diferencias.
Dalí busca la armonía entre la espiritualidad y la ciencia, porque los
considera caminos paralelos, para, luego, encontrarse con claridad, dado
que la diferencia es la expresión de la unidad, del uno. De ahí que emplee
a Newton, quien dedujo y confirmó que la luz blanca no es una entidad
simple, al contrario de los científicos que desde Aristóteles siempre
sostuvieron que era una entidad simple básica. El sabio anglosajón
argumentó que la luz blanca es consecuencia de una pléyade de diferentes
rayos que se refractan en ángulos distintos y cada rayo produce un distinto
color espectral, construyendo un telescopio reflector. En consecuencia
descubrió que la luz blanca puede ser descompuesta en todos los colores del
arcoiris al hacerla pasar por un prisma, iniciando con ello el análisis
espectral, base de la astrofísica contemporánea. Asimismo destaca en su
tratado sobre óptica, donde realiza un minucioso desarrollo sobre su teoría
corpuscular basada en la naturaleza de la luz. Por otro lado se interesó,
en sus últimos años de existencia, por investigaciones teológicas y las
ideas de trascendencia. Al igual que Dalí, quien, de la holografía y la
desintegración del átomo, pasa por el misticismo y San Juan de la Cruz,
siendo, a la vez, un estudioso esotérico, un grande dominador de la
energía, a partir del método Paranoico-Crítico, de dejar fluir pero, a la
vez, siendo un teórico intelectual. Francisca, conecta con el aspecto
trascendente a partir de la dinámica del dolmen, que descompone en
diferentes formas, formas básicas esenciales, otras más complejas, llenas
de movimiento, fundamento de la energía y de la luz.
La pintura de la creadora del Dimensionalismo presentada en Casa de la
Moneda es movimiento, vibración, oración, concentración y visualización. En
ella vemos un dolmen que pierde su fuerza pétrea y consigue transmitir su
esencia telúrica, pero, también, su evidencia sutil como dolmen generador
de espacios espirituales de toda la humanidad.
Los estudios de Newton sobre la luz lo llevaron a publicar en 1704 su
'Tratado sobre óptica', donde, además, detalla su teoría corpuscular para
la naturaleza de la luz. Una búsqueda lumínica que también se produce con
claridad en la pintura de Blázquez que presenta en diferentes dimensiones
al Newton de Dalí, encerrado en una circunferencia que nos recuerda la
invención del sabio inglés del telescopio reflectante, siendo elegido en
1672 miembro de la Royal Society tras donar, precisamente, un telescopio
reflector.
La obra dimensional de la creadora madrileña se basa en la luz y el color,
la forma y la sutilidad o la intensidad cromática, según el caso. El
circulo, presente en gran parte de su producción de los últimos años,
simboliza el telescopio, amplificando su concentración alusiva.
En 1672 Newton publicó su primer artículo científico sobre la luz y el
color en el Philosophical Transactions of the Royal Society.
En otro orden de cosas, y según el discurrir de las realidades paralelas y
de la física cuántica, es curioso, que la obra de los ganadores del
Segundo Concurso Infantil de Pintura Rápida Plaza de Dalí, junto con la
pintura de Francisca Blázquez se expongan en el Museo Casa de la Moneda, en
Madrid, porque Newton, cuando decide abandonar Cambridge para ocupar un
puesto de gobierno en Londres, se convierte en el Guardián de la Casa Real
de la Moneda en 1696 y en Maestre en 1699. Aunque no dimitió de sus puestos
en Cambridge hasta 1701. Newton se convirtió en un hombre realmente muy
rico como Maestre de la Casa de la Moneda, añadiéndosele, además, los
ingresos de sus posesiones.
El científico inglés realizó una gran contribución al trabajo de la Casa de
la Moneda. Fue en el complejo período de reacuñación que adoptó decisiones
históricas positivas, siendo muy eficaz en las medidas para prevenir la
falsificación. De nuevo, la historia, le conduce a otra Casa de la Moneda,
reubicándolo, reivindicándolo.
Astrónomo, físico y matemático, no es casual que Dalí lo escogiera como
representante de la ciencia. Porque, gracias a su tratado titulado
'Principios Matemáticos de Filosofía Natural', publicado en 1678, resumen
de sus más de veinte años de estudios sobre mecánica terrestre y celeste,
anuncia la Ley de la Gravitación: es decir dos cuerpos se atraen con una
fuerza proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de
la distancia que las separa. Asimismo sus tres principios fundamentales de
la mecánica: Primero. Que todo cuerpo permanece en reposo o continúa en
movimiento en línea recta con velocidad constante si no está sometido a una
fuerza exterior. Segundo. El cambio de movimiento de un cuerpo es
proporcional a la fuerza exterior, inversamente proporcional a la masa del
cuerpo y tiene lugar en la dirección de la fuerza. Tercera. A toda acción
se opone una reacción, igual y de sentido contrario. Es la ley de la causa
efecto.
Newton trabajaba en su época dentro de unos parámetros deterministas,
concebidos en las dimensiones tradicionales. De ahí que Dalí tenga la
precaución de colocar un sexto dedo al lado del pie de Newton, que
significa, al estar más adelantado, que la ciencia es avance y cambio
constante. El sexto dedo de la figura que Francisca representa
perfectamente dibujado, como si estuviera en otra realidad paralela, en una
realidad cuántica, explica que vendrán otros científicos como así ha sido,
y la ley de causa-efecto deja paso a distintas acciones incardinadas en la
relatividad primero y la teoría de las cuerdas después, el gran uno y la
física cuántica.
En otro orden de circunstancias Dalí pone el énfasis a través de la esfera
que se halla en el centro del cuerpo del científico, hueco, porque
significa espacio, abertura a una de las siete puertas del secreto
esotérico. Dicha esfera es una especie de bola-péndulo que permite exhibir
la importancia de la Ley de Gravitación de Newton tanto en la explicación
de la fuerza de atracción entre dos astros, el cálculo de las órbitas de
los cometas, perturbaciones planetarias, etc.
'Newton-Dalí, realidades paralelas', explica con claridad como la
transmutación de tiempos es una constante entre los tres personajes. Newton
regresa a la Casa de la Moneda después de tres siglos, de Londres a Madrid,
como personaje emblemático del discurso daliniano, recuperado por el
Dimensionalismo de Francisca Blázquez. Es la ley de la progresión de la
ciencia, conectando la tierra con el aire, el fuego con el agua y el
espíritu con la materia.
Dalí, dialoga con la creadora madrileña a través de la multi-realidad
cuántica, en el sentido de elevar las vibraciones energéticas de su dolmen
dotado de determinación espiritual, conectándose con la intensidad lumínica
que representa el Dimensionalismo de Francisca Blázquez, que mantiene
encendida la llama del espíritu como centro del universo auténticamente
real. Porque el espíritu se mantiene cristalino, con su aura inmaculada,
proyectándose cual aurora boreal.