El pintor peruano
Luis Alarcón presenta catorce trabajos, elaborados en
tinta sobre papel de algodón, de 100x70 cm. en el
Palacio de Congresos de Madrid del 3 al 15 de julio de 2006.
Sus obras se caracterizan por su acusado simbolismo, reflejando un mundo
onírico de músicos que son portadores de sueños, que flotan en el espacio,
destacando por su inmaterialidad.
Exhibe alegorías de personajes que proceden de la tradición ancestral de
las antiguas civilizaciones que vivían en El Perú, y que hoy constituyen
parte de las leyendas que aún perduran y que se transmiten de forma oral de
generación en generación.
Sus personajes son inmateriales, no poseen descripción física apenas. Se
trata de seres alegóricos que flotan en el espacio, músicos, con sus
correspondientes instrumentos, con manos, sin pies, sin piernas marcadas,
con largas túnicas y vestidos, pelos largos, cabelleras al viento,
sensación de velocidad, como si estuvieran mecidas por un viento
específico, que no se ve pero actúa.
Sus rostros reflejan miradas sensibles, sutiles, sugerentes, suaves,
sensuales, vibrantes, que profundizan en la propia esencia de su interior.
Juego de caras y caretas, de personajes que navegan en el espacio, cual
espíritus, ingrávidos, que se pasean por espacios donde no existe lo
físico.
Trabaja los músicos, los peregrinos ocasionales, los seres emblemáticos
surgidos de la historia del tiempo en tinta sobre papel de algodón,
presencia de manchas, mostrando detalles en ojos, boca y nariz, las manos
marcadas, los dedos agarrando el instrumento musical, sin pies, volando en
el aire.
Predominan las manchas cromáticas, transparencias, superposiciones, nubes
de manchas de colores diferentes, surgidas del contraste, del diálogo de
tonos, que sube y baja, que asciende y desciende.
En ocasiones los personajes son humanos, en otras parecen peregrinos sin
destino, con sueños, instantáneas de ideas que vagan y flotan, que se
convierten en franja de colores.
Artista internacional, con exposiciones en Perú, España y Estados Unidos,
posee una obra alegórica, onírica, producto de los sueños, de las
tradiciones ancestrales incaicas, del acontecer histórico, plagadas de
sensualidad específica.
El suyo es un mundo que viaja a distintas velocidades, una, la terrestre,
que mira de frente; otra, la extraterrestre, formada por seres
inmateriales, que no tienen noción ni les importa el concepto del espacio y
tiempo.