Manuel Carrera es un escultor nato, porque su obra constituye un culto a la
forma, una dedicación a la belleza de lo inusual, a la esencialidad de los
materiales.
Su creación es abstracta, geométrica, expresiva, basada en la finura de la
esencia de la materia, en descubrir su verdadera alma y en la sensualidad
de los materiales. El resultado final presenta texturas sugerentes,
exhibiendo superficies pulidas, buscando la brillantez, la singularidad
sensible, delicada, el tacto preciso, energético y libre. También se
interesa por la expresividad de las texturas, por la idiosincrasia que
define el material que emplea, produciéndose, en consecuencia, un contraste
emblemático, en el que predomina la idea de trascendencia.
Abstracto, se inspira en las fuentes de la naturaleza, trabajando las
propiedades de los materiales, respetándolos, concentrándose en sus propias
peculiaridades, resaltándolas, buceando en su interior para proponer su
culto elegante, su admiración sin restricciones. Descubre que el interior
es sutil, austero, coherente, porque forma parte de lo exterior, formando
un todo, en el que no hay engaños.
Parte del trabajo de las piedras calizas, serpentina y toda la gama de
piedra dura: Cuarzo, jaspe, ágata y otras. Es meticuloso, empleando el
tiempo que sea necesario, superando condicionantes técnicos, porque su
trabajo de investigación es muy extenso y abarca muchos compromisos
plásticos.
Es un gran amante de las piedras, de las formaciones minerales de la
naturaleza. Cualquier roca del campo despierta su interés. Visita almacenes
de minerales, desde Tailandia a Australia, pasando por Brasil. Las piedras
almacenan propiedades, tienen energía propia y Manuel descubre las más
adecuadas, sabiendo emplearlas con intención.
La importancia del color
En su creación escultórica es muy importante el color, que incorpora con
elegancia, dentro de unos parámetros muy especiales, dado que procura que
no distorsione y que tenga su sitio dentro del organigrama compositivo, en
línea con el movimiento y la dinámica de la traslación. Su conocimiento del
color es extenso, amplio y lo aplica siempre, como un sello, dado que el
cromatismo es la base de la expresividad de su escultura. Pero, también,
ocupa un lugar importante en su propia existencia. Amante del color azul,
de la turquesa, muestra su querencia por la gama de azules, y dentro de los
azules, el azul cachemir, además de los azules de la tanzanita y la
turmalina, entre otras piedras.
Otro de los colores que prefiere es el verde esmeralda, el color espinaca
de la vieja mina india y colombiana y la delicadeza de las turmalinas
africanas. El negro y el rojo, son colores fundamentales. El color rojo
coral, sangre de toro. El rubí de Birmania y Burna. También se decanta por
el jade chino, porque tiene la trasparencia de la esmeralda. El roce del
jade en la piel posee una gran sensualidad y sensibiliza el espíritu,
predisponiendo a un estadio muy especial, a una manera de ver las cosas que
va más allá de la observancia material.
Asimismo, en su listado de preferencias, destaca el diamante, talla
esmeralda o princesa. Se decanta por el diamante de color: Tonos rosa
intenso, verde y azul, además del color blanco transparente, de ligera
tonalidad azul. Y, por supuesto, todos los minerales naturales, de
diferentes formas, volúmenes y colores.
La forma como concepto
Indaga en los prolegómenos de las estructuras, en la profundidad de la
forma, que es abstracta, en algunas de sus obras, mientras que en otras es
geométrica. También posee esculturas que recuerdan o aluden a las formas de
objetos: Copas y barcas, elaborándolas en tamaños desorbitados, de grandes
proporciones, transformándolas en auténticas esculturas no icónicas,
debido, precisamente, a sus grandes proporciones. De ahí que todo tenga una
dinámica, especialmente envolvente a nivel simbólico, porque las copas o
barcas, de grandes proporciones, se convierten en titanes, colosos que van
más allá de su propia descripción, de sus límites físicos, de sus
condicionantes más sugerentes, en el sentido de constituirse en obras
puntuales, que forman parte de su contribución a la escultura mundial. Y
ello es así porque trabaja los materiales, alabastro, cuarzo, pizarra
negra, mármol de Calatorao y negro Bélgica con precisión, buscando la
exageración de estructuras, para conseguir resultados fantásticos, en el
sentido de inocular a su forma de trabajar una energía especial que hace
que pueda presentar las piezas de manera sublime, formidable, sin ataduras,
sin prolegómenos, sin cercenar parte de su auténtica fortaleza.
El vacío
Tiene una clara obsesión por hallar el vacío, constatar el hueco, indagar
en las entrañas de las piedras, en las interioridades de sus esculturas,
para buscar el espacio, la antítesis de la materia, la formulación de la
esencia, que no es cuantificable, que no es medible, pero que, por
contraposición, se puede calcular y calibrar.
Descubre la dialéctica de la controversia, en el sentido de sustentar su
discurso principal en la manera con que aborda el culto a la idiosincrasia
de no lo existente. Para que exista el vacío debe haber materia, esencia,
concreción matérica, para luego iniciar el proceso de indagación de lo no
visible, a partir de las huellas que deja en la propia materialidad de lo
concreto. Es un buscador del equilibrio, exponente de la filosofía
oriental, del ying y del yang, ya que está claro que, sin coherencia, no
hay discurso plástico. De ahí que su escultura posea notable volumen,
predisposición a dialogar con la biología, dentro de una clara contundencia
y expresividad, con el discurso de la abstracción a partir de la ausencia
de iconismos.
Estudia el vacío como filosofía, como parte incuestionable de la propia
materia, que define el espacio, que supone el inicio de una nueva manera de
entender la materialidad. De la ausencia, presencia, del espacio, aire,
virtualidad y sentimiento de existencia.
La importancia del movimiento
Su obra escultórica destaca por el culto al movimiento, incluso aquellas
piezas que, por su tamaño y estructura, no tienen una clara dinamicidad, la
forma de pulir las texturas, la preponderancia de las curvas, de los cantos
y ángulos redondeados, expresan una sensación estructural ágil, en el
sentido de potenciar una escultura caracterizada por su libertad de
esencias y conformaciones. Ello origina que la energía circule, la
simbología de la espiral esté presente incluso en aquellas formas más
claramente rectilíneas y geométricas. El ángulo y la línea, el diálogo
entre el dinamismo y la idea de movimiento esencial. Emplea formas
circulares, esferas, que se complementan con esculturas curvilíneas,
estructurando un discurso de pura energía, de velocidad del instante, para
impulsar la idea de cambio. La energía transforma la materia, por lo tanto,
la materia es energía, su masa multiplicada por la velocidad de la luz al
cuadrado. De ahí que la curva, parte de la espiral, conteniendo las esferas
que son formas completas que encierran otras formas. Todo es previsible y a
la vez resulta un misterio en su escultura. Sus embarcaciones que navegan
al más allá, son alargadas, suponen un claro culto a la idea de viaje, de
traslación, aspecto que entronca con su vocación de viajero empedernido,
debido a que su obra se encuentra diseminada en los cinco continentes:
Sudáfrica, Taiwán, Japón, Estados Unidos, América del Sur, Oriente Medio,
Europa Occidental, Rusia y Australia. Sus grandes copas, enormes, sugieren
un clímax formal, de grandes consecuencias, dado que son auténticas obras
que vibran energéticamente, mostrando su propensión al glamour, exhibiendo
una extraña estética que, sin embargo, es coherente con la formulación de
la propia esencia. Las grandes copas, no dejan de ser copas, pero es su
volumen y el trabajo de las texturas, además del color, lo que les da este
aspecto mágico, fantasioso, enorme y feliz.
De la tensión y lo expresivo
Busca desestructurar la realidad. De hecho es un deconstructor
expresionista, que es capaz de reinventar el expresionismo a partir de algo
tan simple como respetar los materiales, introduciéndoles una dialéctica
plástica calculada. Está claro que define, que configura y elabora un
decálogo de intervención del material, profundizando en la manera de
afrontar su propia idiosincrasia, la esencialidad de lo natural, el respeto
a las propias características del mismo. Es la forma con que selecciona la
obra, eliminando aquellos materiales que no poseen fuerza en sí mismos, que
no pueden dar de sí, lo que determina su concepto.
En escultura Manuel Carrera selecciona y esta actitud es la que le permite
reelaborar una nueva teoría expresionista, que, posee dos ramificaciones
fundamentales: Abstracta y figurativa. La línea expresionista abstracta
respeta el material, indaga en la propia esencia de la naturaleza, para
pulir lo necesario, pero preservando la propia orografía de sus texturas.
En otro orden de circunstancias, la línea expresionista figurativa, formada
por los objetos deconstruídos y agrandados, por sus referencias a las
copas, bandejas y barcas, utensilios de un Dios mayor y de un ser que viaja
a través del Océano, desestructurando las formas, consolida un nuevo
lenguaje en el que la realidad cambia. Aparece la idea de la tensión,
especialmente en aquellas esculturas de formas geométricas, colgadas del
techo, de formas rectangulares concebidas en vertical, que parecen
balancearse de manera constante pero que, en realidad, se encuentran en
pleno trance. La representación de la tensión del material no le impide que
exhiba una obra, anclada en el techo, que oscila en el aire, que está
mecida por los hilos que la sustentan. De ahí que esta actitud demuestre
que todo está sujeto al dinamismo que permite una transformación constante
a pesar de la existencia de la tensión, superando sus limitaciones,
indagando más allá de lo circunstancial. También expresa la idea de la
suavidad sensorial, de la inexistencia de prolegómenos que coarten un
discurso libre, efervescente, porque lo más importante es que las formas
transiten solas, se deslicen, mostrando su propia idiosincrasia, sin
limitaciones de espacio ni de tiempo.
Manuel Carrera, artista universal, con obra en importantes museos y
fundaciones del planeta, es un creador que ha logrado consolidar un nuevo
sello en la escultura mundial, basado en el respeto de lo conocido y en
una imaginación desbordante capaz de reconducir y crear un nuevo lenguaje
universal, caracterizado por su elegancia y el culto a los materiales que
son quienes definen su actitud imaginativa ante lo desconocido, para
transformar lo que observa en una auténtica obra de arte.