Macro térmico. Claudia del Río | |
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El Anexo no es un edificio estable, como podríamos pensar del
Museo Castagnino. Decididamente es inestable, su particular condición espacial:
la arquitectura pone al visitante en atención flotante, intermitente,
dispersa.
Razones: cómo entra insistentemente el paisaje en el edificio! y la
contundente experiencia física que lleva adelante el visitante. Además está
viendo arte contemporáneo, y por momentos se borran los objetos (cuadros)
para desparramarse en el propio edificio. Lo que digo no es retórica, es la
experiencia física que tuve en cada una de las 4 visitas. Esta sucesión de
pisos, el andar por las escaleras, entrar y salir de los espacios, la
alternancia de temperaturas reales y acondicionadas, la presencia
contundente del paisaje con sus innumerables recortes ventanas,
panorámicas, el horizonte inestable, bajísimo, alto, medio. (Hay un lejano
recuerdo a la pintura de Cándido López, ¿la estratificación de los colores
y el horizonte móvil? O el río Paraná y las islas). Quizás otro museo
propiamente dicho sea el catálogo.
¿Será el Anexo un espacio inteligente al modo de las telas inteligentes?.
Termosensibles al contexto, livianas, dispuestas a cambiar, a ser muy frías
o muy calientes de acuerdo a lo que se necesite de ellas, ocupando poco
espacio real, sin embargo muy efectivas en sus funciones. Me gustará que
además de conservar obras y ofrecer permanentes relecturas de la colección,
se amplíe con gestiones didácticas hacia el público. ¿Podría el anexo
seguir creciendo en módulos, sobre el parque?.
Un problema: en las puertas vidriadas de cada piso, están rotulados los
nombres de las obras y de los artistas. Un piso (con sillones y algunos
libros) tiene rotulado el nombre de una empresa de muebles,(es un
descanso), igual no me parece adecuado que aparezca del mismo modo que los
artistas.
Claudia del Río
(Artista-docente)