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La creadora del Dimensionalismo en 1998, expone en el Casino de Marbella
(Málaga), del 3 de marzo al 13 de abril de 2005. Exhibe formas geométricas,
abstracción pura dentro de la forma. Obras que presentan estructuras que
aluden a referencias concretas, pero sin describirlas. Se trata de
alusiones, alegorías y constataciones de una cierta aproximación a
personas, seres, paisajes, animales, caras, sentimientos. Las describe de
manera ilusoria, como si fuera magia, que desvela sin desvelar el contenido
del sombrero o de la chistera. Varita mágica, conejo que salta, pero...
¿dónde está el conejo? No se trata de un juego óptico, pero casi.
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Francisca Blázquez. Obra. Dimensionalismo. |
La obra geométrica de
Francisca Blázquez se genera a partir de conjuntos de
formas que se sustentan en el espacio, que proceden de otros mundos, y que
la artista produce a través de su desbordante imaginación. Es decir que no
busca en la realidad, no le interesan las referencias, antes al contrario
bucea en el universo, ve sin ver en el cosmos, le dictan diferentes
estructuras desde el marasmo colectivo del infinito, a partir de la
magmacidad colectiva. No sabe como es pero, de repente, se encuentra
dibujando formas extrañas, asimétricas, claramente dimensionales, dentro de
un contexto elegante, sereno, espiritual, en el que predomina el mundo de
las almas, de las energías que producen cambios positivos y
transformaciones mágicas.
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Francisca Blázquez. Obra. Dimensionalismo. |
En ocasiones, puede parecer que bebe de las fuentes de la realidad, a la
que no recurre, pero sí que alude de manera insinuante, pero sin describir
nada. Si analizamos sus composiciones dimensionalistas son geometría pura.
Pero, es muy importante la manera de colocar sus formas, el modo con que
estructura la composición, porque no es convencional y siempre quiere ir
más allá de lo que se observa. Hay que saber mirar con detenimiento, porque
da pistas, y hay que seguirlas para comprender lo que tenemos ante nuestros
ojos.
Cuando representa a tres entidades, describe tres formas, ilustrándonos
sibilinamente, exhibiendo una composición que las recuerda. Es como si para
mostrar el alma la autora emplease el símbolo, utilizando el color, creando
atmósferas genuinas, singulares y elevadas. Pero, sin que por ello, se
pueda constatar nada. Es una manera sensual y sensible de aproximarse a las
ideas que la motivan.
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Francisca Blázquez. Obra. Dimensionalismo. |
No hay ni son animales, pero en algunas obras, las formas nos recuerdan
caballos, en otras grandes rostros que, si los contemplamos de lejos, son
geometría pura, pero, de cerca, son una pléyade de concomitancias, que nos
retrotraen a imágenes concretas, pero que, a la vez, conservan toda su
capacidad de recrear alegorías sobre las mismas. El misterio nunca se
desvela, porque las formas posen una gran dosis de enigma, el suficiente
como para mantenerse en el anonimato y no dejar constancia de sus
intenciones finales.
La magia de la obra de la creadora multidisciplinar madrileña estriba en
representar alusiones a una cierta noción de realidad, sin hacerlo. Todo es
pura intuición y se deja al libre albedrío del propio espectador que es
quien contempla la obra.
No hay trazos recurrentes, ni tampoco intención de asimilar la realidad a
partir de sus formas geométricas. Antes todo lo contrario. Su obra obedece
al dictado del espíritu, al dejar fluir el interior e ir desgranando su
producción pictórica casi de manera circunstancial y automática.
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Francisca Blázquez. Obra. Dimensionalismo. |
Es portadora de la imaginación, de la fuente de la inspiración, de querer
grabar en la memoria una manera de ver la realidad a través de la
abstracción, utilizando los sentimientos y la sensibilidad para lograrlo.
No hay descripción, tampoco consideración figurada de elementos, sino
simplemente, constataciones indirectas, formulaciones de teorías que no
caen en la mera hipótesis, pero el misterio y la capacidad de la magia para
sortear todo tipo de situaciones no es suficiente. Lo mejor de todo es que
de manera alegórica, la fantasía de Francisca Blázquez vuela libre,
surcando los cielos del conocimiento automático, del onirismo, del mundo de
los sueños, pero también del alma y del espíritu. No se trata de
evocaciones más o menos ingeniosas producto del subconsciente, sino de ser
fiel a sus creencias espirituales. Y esta fidelidad está más allá de
alegorías y convergencias simbólicas, dado que el poder del alma sobre pasa
todas las fronteras conocidas.