José Saramago | |
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El escritor portugués, José Saramago, participó de los dos congresos que se
llevaron a cabo paralelamente En el cierre del Primer Congreso de laS lenguaS
pidió que "se reconozca en la práctica la importancia de los
pueblos indígenas para la armonía de América latina". También dejó en claro
que "cada país de América tiene la obligación moral de considerar la
existencia y la presencia no sólo de estas comunidades, sino también de sus
culturas y sus costumbres, y de reconocerles un estatuto de vigencia tanto
colectiva como personal".
Fue ovacionado por un público que lo escuchaba atentamente sin perder
palabra alguna. Sostuvo que "en Argentina no hay un sólo idioma y una sóla
lengua", pero aclaró que es "injusto" entender esta convocatoria como un
contracongreso porque "la necesidad de mirar alrededor y no quedarse en una
postura unidireccional no es sólo vuestra, sino también de mucha gente que
está afuera y, a lo mejor, está participando del Congreso de la Lengua" de
la Real Academia Española. Y agregó que "la historia de la humanidad puede
ser contada de dos formas: por las migraciones y por las invasiones". La
historia de los romanos que llegaron a la península ibérica y con ellos el
latín que se impuso, se repitió siglos después en América con el
colonizador que llegó con sus armas, su religión y su idioma. La
colonización eran dos patas: el soldado y el fraile. El fraile intentaba
convencer a la gente diciendo que sus dioses eran falsos y que eran ellos
los que traían al verdadero dios. Pero si no funcionaba, entraba el soldado
y recién después aparecía nuevamente el fraile, para decir: "'Hermanos míos
todo esto está escrito en el cielo, las cosas son así, dios perdonará a los
asesinos porque perdona a todos y aunque vosotros adoréis a falsos dioses,
dios en su infinita compasión también os recibirá'".
Asimismo aclaró que "si estos pueblos tienen que cambiar, algo que es
inevitable y a la vez una señal de vida, que lo hagan por sus propias
razones y no porque llegaron otra vez el fraile y el soldado".
El escritor defendió la importancia del libro y aseguró que "hay que amar
los libros, reír y llorar con ellos". Propuso no olvidar o sustituir al
libro por las computadoras e internet. Por otra parte, esta figura clave
del Congreso, confesó- con profundas dudas acerca si lo decía o no- que
"en Argentina no se habla una sóla lengua, que se hablan otras".
Y que "el respeto y el trabajo y la entrega y la dedicación que la lengua
española merece como lengua de comunicación nacional tiene que compaginarse
con el respeto que merecen otros idiomas de comunidades que vienen del
principio de los tiempos, comunidades que ya estaban aquí antes de que
llegara la lengua castellana a América".
Otra extraordinaria frase se desprendió de sus labios para generar silencio
y reflexión:
"Las palabras no son inocentes ni impunes, hay que tener muchísimo cuidado
con las palabras. Porque si no las respetamos empezamos por no respetarnos
a nosotros mismos, porque libertad tiene un único sentido y si se usa de
una forma perversa o pervertida, entonces son los ciudadanos los que tienen
que dar el contenido real a la palabra", aseveró el escritor.