Música viene del griego mousiké, y originalmente hacía referencia a todo
Arte presidido por las Musas, que eran nueve hermanas, hijas de Júpiter y
Mnemosine, según la mitología griega nos lega.
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Imagen de Santa Cecilia, tomada de una tarjeta de comunión de artista desconocido |
Estas jóvenes formaban una especie de sociedad llamada "El Coro de las
Musas", encabezada por Apolo. Recién en el Siglo XVII cada una de estas
nueve muchachas adquiere atribuciones específicas, y Euterpe pasa a ocupar
el lugar de la Musa de la Música.
Eso por un lado.
Pero por otra parte tenemos a Santa Cecilia, conocida en nuestros días como
la Patrona de la Música. Cecilia fue una joven y bella cristiana
aristócrata, romana, casada contra su voluntad con Valeriano, un pagano.
Ella juraba y perjuraba que un ángel la protegía. Su marido, por ser pagano,
no podía verlo, y solo pudo hacerlo recién cuando decide convertirse al
cristianismo. Hasta ahí vamos bien, pero la historia tiene un final trágico
cuando Valeriano es decapitado al rechazar un sacrificio que le pidieron en
honor a Júpiter, y su esposa, nuestra Cecilia en cuestión, es martirizada.
¿Y dónde está pues la Música en esta historia? En un error del historiador!
Porque ante los pedidos paganos que no pensaba cumplir, Cecilia contestó:
"
Yo canto con mi corazón". Un copista omitió las tres últimas palabras y
Cecilia se convirtió en la Santa de la Música. Y de ahí en más es que se la
representa en estatuas y pinturas junto a instrumentos como el órgano
-símbolo de la plegaria- y más tarde, junto a clavecines y virginales,
instrumentos típicamente femeninos de la época.